Estamos ante una de las mejores películas de Terrence Malick. Es una obra de arte que no deja indiferente a nadie: o te fascina o la aborreces (como todas las de este director). La belleza de las imágenes y la fuerza de la historia interior de sus personajes invitan a la reflexión filosófica.
Una familia estadounidense de los años 50 del siglo pasado vive una vida normal. El señor O'Brien (Brad Pitt) educa con severidad a sus tres hijos para enseñarles a defenderse ante un mundo hostil. Se siente un músico fracasado que anhela ganar más dinero para dar una mejor vida a sus hijos. La señora O'Brien (Jessica Chastain), en cambio, es mucho más permisiva y bondadosa. Se siente afortunada con su familia y su fe católica, aunque sufre por la actitud de su marido. El hijo mayor, Jack (Hunter McCracken) tiene una adolescencia muy difícil, pues se parece a su padre, al que aborrece por su dureza.
Cuando es adulto, Jack (Sean Penn) es un arquitecto que ha triunfado en los negocios, pero cuestiona el sentido de su existencia.
La película es una reflexión poética y filosófica sobre el sentido de la vida.
Terrence Malick, 2011
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