Se ha dicho que esta gran película de Clint Eastwood termina con el género del western. De hecho, enlaza con una cierta desmitificación que ya se pudo ver en The searchers (Centauros del desierto) de John Ford -este clásico, por cierto, es la mejor película de la historia del cine según Spielberg.
Sin perdón desmitifica al western porque presenta la realidad de personajes de carne y hueso, nada idealizados. Enfrenta leyenda y realidad.
De acuerdo con mi amigo Alberto Ribes, es una obra maestra porque revaloriza un género a la altura de lo humano, hace trascender en un asesino, en una leyenda del Far West, ese atisbo de infinito, ese grito humano que busca el bien, la plenitud y el perdón; aún cuando todo conspire para acallarlo.
Dice el escritor Javier Cercas que las grandes novelas plantean una buena pregunta que sólo el lector puede responder. Pasa lo mismo con grandes historias como ésta: "¿Qué vio la mujer de William Munny (Eastwood) en él, un pistolero asesino, para casarse con él y amarle hasta la muerte?"
Puede decirse Sin perdón que acaba con un género el western porque ya no se usa para reinventar la historia, para el mero goce visual; sino que cuenta la mejor historia que se pueda contar: la vida de un hombre.
Clint Eastwood, 1992
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