El ambicioso boxeador Jake LaMotta (Robert de Niro) aspira a convertirse en campeón de los pesos medios en EEUU, pero el éxito profesional, los celos y la avaricia le devoran. Ya desde los inicios muestra una pésima relación con las mujeres y con toda su familia, que empeora con la fama. ¿A qué precio le cuesta ese espíritu competitivo? Como todo moralista, acaba reventando en un punto de la historia y se retira y engorda harto de mantenerse a dieta deportiva.
La película me recuerda a la filosofía estoica, cuando el emperador romano Marco Aurelio define la vida como una lucha y no como una danza, pues cada vez que LaMotta sube al cuadrilátero es como si peleara contra él mismo.
En el fondo, todos nosotros debemos entrenar duro y esforzarnos en cultivar cuerpo y mente, pues de vez en cuando nos suben al ring de la vida para esquivar y encajar los golpes inesperados, y para golpear también.
Martin Scorsese, 1980
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