A mediados del siglo XX, Welton se erige como una escuela privada y elitista para las familias más ricas de Nueva Inglaterra que buscan que sus hijos estudien lo mismo que sus padres y logren mantener el status quo. Los cuatro pilares de esta institución son: la tradición (reducida a inmovilismo), el honor (reducido a éxito económico), la disciplina (reducida a autoritarismo) y la grandeza (reducida a elitismo). Estos valores se pervierten al perder el sentido auténtico de la educación, que es formar hombres libres que entiendan el valor de la disciplina, de la grandeza, del honor o de la tradición.
El joven y apasionado profesor John Keating (Robin Williams) sustituye al antiguo profesor de literatura, ya jubilado. Su forma de enseñar rompe con el estilo del colegio y se sale de lo establecido. El primer día saca a sus alumnos del aula y les lleva a contemplar unas fotografías en blanco y negro de promociones de alumnos que ya deben haber fallecido. Mientras leen al poeta Horacio les apremia a aprovechar el momento dado, el carpe diem. Luego les invita a romper la introducción de su libro de texto por considerarla demasiado racionalista. Y en otra ocasión les educa en el inconformismo para aprender a mantener las convicciones personales frente a las convenciones sociales. Porque Keating busca que sus alumnos se conviertan en personas libres. Para él, el fin de la educación es enseñar a pensar por uno mismo.
Keating representa la autoridad verdadera, no el autoritarismo que viene impuesto desde fuera. Les ofrece un método para juzgar cuanto acontece y les enseña a poner en juego el criterio del corazón frente a la realidad, es decir, a medir su deseo de bien, justicia y verdad frente a lo que la realidad propone. Además, los alumnos pueden hacer la misma experiencia de autenticidad que ven en él. Por eso, le siguen e incluso resucitan el "club de los poetas muertos", una asociación que consistía en buscar lo verdadero en el arte y en la poesía. Sin embargo, todo esto es autorreferencial y no siguen una propuesta concreta que les ayude a entender lo que están descubriendo.
Todd Anderson (Ethan Hawke) es un alumno tímido que vive a la sombra de su hermano mayor y de sus padres ausentes. Es el que hace un recorrido de crecimiento: pasa de no tener voz al ser el primero en levantarse para despedir al profesor. Se siente acompañado para encontrar su voz y darla a conocer a los demás.
Neil (Robert Sean Leonard) es un alumno brillante que vive aplastado por la presión de su padre con las notas académicas. El padre quiere lo mejor para él (que estudie medicina), pero no tiene en cuenta la libertad ni el deseo de su hijo (que quiere estudiar teatro). En clase de Keating, Neil se descubre a sí mismo y queda fascinado. Ante su trágico final, podría decirse que la educación de Keating es incompleta. Despertar el deseo de infinito en los chicos no basta, pues si las circunstancias se rebelan contrarias a ese deseo, la consecuencia puede ser fatal.
El corazón debe reconciliarse con la realidad. La verdad es más grande que el deseo. El carpe diem no puede ser una huida de lo establecido, sino una relación verdadera con todo. El deseo resulta falaz si no permite abrazar más lo real. El romántico, así, se desapega de lo real hasta el punto que la realidad deja de tenerse en cuenta.
El corazón humano está bien hecho y uno no puede vivir en la mentira sino haciendo un gran esfuerzo por negarse a sí mismo. Por eso, cuando Keating entra en clase por última vez, al mirarle a los ojos, Todd no soporta haber firmado la declaración que condenaba a su profesor inocente y se sube a una mesa para gritar: "Oh, Capitán, mi capitán!" en referencia al poema de Whitmann que les enseñó.
Peter Weir, 1989
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