Esta película de Bergman relata la extraña partida de ajedrez entre un caballero cruzado y el misterio de la muerte. La vida se presenta como un tablero de ajedrez, con sus normas y sus reglas. La vida requiere preparación, memoria, esfuerzo y creatividad para intentar ganar la partida. Pero con la desgracia de saber de antemano la sentencia ante el insoportable silencio de Dios.
Caballero: "¿Por qué, al menos, no me es posible matar a Dios en mi interior?¿Por qué prefiere vivir en mí de una forma tan dolorosa y humillante, puesto que yo le maldigo y desearía expulsarlo de mi corazón?. ¿Sabes?. Estoy a punto de llegar a una conclusión... Creo que Dios es una especie de realidad engañosa, de la cual los hombres como yo no podemos desprendernos... Por eso yo quiero saber. No deseo creer. Ni suponer, sino saber... Deseo que Dios me tienda la mano, ver su rostro y que me hable”.
Muerte: “Pero se calla”.
Caballero: “Así es... Le grito en medio de la noche, pero es como si no hubiera nadie en ningún sitio”.
Muerte: “Puede que no haya nadie”.
Caballero: “Sí, ya lo he pensado. Pero, en ese caso, la vida sería un horror absurdo. Nadie es capaz de vivir con la muerte ante sus ojos y creyendo que todo ha de desembocar en la nada más absoluta”.
Muerte: “La mayor parte de los hombres no piensan ni en la muerte ni en nada”.
Ingmar Bergman, 1957
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